Nunca creí en el amor a primera vista pero aquello era distinto: playera de Sid Vicious, enagua escocesa atascada de encajes, botas industriales hasta la rodilla...

Con el corazón hecho un nudo y dispuesto a que esas botas caminaran sobre mí, me acerqué. Me gusta lo under me dijo, en un tono nihil que terminó por erizarme la espalda.

Así que ni lo pensé. Aprovechando que la punk vivía cerca de Av. Juarez la cité en la Plaza de la Solidaridad, miércoles, 12 en punto del día. Y allí estaba, el pelo fucsia y las cadenas brillaban mucho más entre el smog de los taxis del metro Hidalgo. Fuimos a las Tortas Robles, baluarte de la cocina más clásica del centro de la Ciudad de México desde hace más de 50 años. Lugar tan alternativo que solo cuenta con 2 barras y periqueras, y eso si te tienes suerte y no te quedas parado. Yo me pedí un torta de jamón con quesillo, pero la punk no se decidía así que, como todo un gentleman, le ordené pastel de pollo y aguacate(palta, para los lectores sudamericanos).

Se veía más hermosa entre tanto taxista gordo y transeuntes apresurados. El dueño me dice que desde que su abuelo abrió el lugar, han ido desde expresidentes y primeras damas hasta gente más rara, dice, echándole una mirada a la punk. Después de limpiarse la boca, adornada por un piercing en su labio inferior, ella me echa una mirada de urgencia. Entendí perfectamente. Pero en moteles, mi gusto es más clásico.

Tortas Robles: Plaza Solidaridad junto al Museo Mural Diego Rivera

Precios: $ (18 pesos mexicanos promedio por torta) Bajo